Atención, la redacción de Ex – Mundo advierte: Este piriódico no es apto para su lectura durante la conducción de maquinaria pesada, vehículos por autovía, durante la ingestión de alimentos sólidos o en situaciones de peligro extremo. Con este aviso deseamos evitar más muertes, gracias por su atención.

miércoles, 29 de junio de 2011

Fallece intentando batir un record.

Al final, lo consiguió.

“Sería el primero en comerse ocho pares de babuchas”.

Algunas personas son capaces de cualquier cosa por entrar al guinness de los records, desde el señor que partía calabazas con la cabeza al chaval que era capaz de arrastrar un grupo de proletarios con la única ayuda de sus hombros.
Muchas personas no entienden cómo empiezan estas cosas, pero suelen empezar en sórdidos tugurios por los que corre el alcohol, más o menos cuando la voz de un hombre más o menos bebido dice “¡A que no tienes huevos de arrastrar un coche con la chorra!”.
Así empiezan estas cosas, un montón de borrachos gritando, animando y berreando como posesos mientras que un hombre se esmera por sobrevivir mientras hace algo poco habitual entre los seres humanos.
Al menos, fue así como Fernando Piqueras aceptó intentar entrar en el mundo este de los records, y como buen señor que intentaba entrar a este mundo, buscó algo que no se le ocurriese a nadie con anterioridad.
“Nos juntamos todos, llamamos a los del libro y preparamos la prueba, el pobre Fernando estaba muy contento”.
Cuando encontraron una cosa lo bastante absurda como para que nadie lo hubiese hecho antes, la escogieron como prueba. Fernando sería el primer hombre del mundo en comerse ocho pares de babuchas, de esas marrones que venden en los chinos.
“El pobre estaba la mar de entusiasmado con la idea, tenía muchas ganas de quedar para la posteridad y ahora… sale en Ex – Mundo”, nos cuenta la desconsolada mujer.

“Fernando, bebe agua para bajarlo”.

Según todos los testigos, todo marchaba bien hasta que Fernando empezó a tragarse las zapatillas. “Los del guinness de los records dijeron que tenía que hacerlo en un tiempo concreto para darle más mérito, así que todo se hizo rápido y mal, así terminó”.
“Todo iba bien, al principio tragaba a gañote libre, luego empezó a masticar hasta que se tragó la quinta zapatilla. Cuando la terminó hizo un extraño gesto y empezó a ahogarse”.
“Yo se lo decía, Fernando, bebe agua para bajarlas, bebe agua para bajarlas… pero nada, él sólo tragaba zapatilla y pan, porque decía que así le entraba mejor”.
Fernando tristemente ha entrado en el libro, siendo el primer hombre que logra meterse entre pecho y espalda cinco babuchas enteras, con suela y todo, antes de morir.
“Si es que esto se veía venir, si no dejan de hacer tonterías cuando beben, no hay quien los entienda”, nos explica su viuda.
Tras el emotivo entierro los amigos del finado han vuelvo al lugar de los hechos, y como bien hemos dicho al principio de la noticia, es en sitios como este en el que empiezan estas cosas, cuando alguien dijo: “Manolo, ¿tienes cojones de tragarte un lavabo entero?”.
Si es que hay gente que no aprende.
Seguiremos infornando.


3 comentarios:

  1. Siempre hay alguien que dice "a que no hay huevos"... y se lía parda.
    Siempre hay alguien que dice "a que no hay cojones a"... y se bate un récord Guiness.
    Siempre hay un insomne levantado a las tres de la mañana que dice "¿y ahora qué"... Y afortunadamente la edición vespertina de Ex-Mundo está en la calle, para su deleite.

    Que no me va a aydar a dormir, pero que ya me ha alegrado la madrugada!!

    ResponderEliminar
  2. Jajajajaja el "a que no hay huevos..." ha causado millones de situaciones absurdas, divertidas y peligrosas xD
    Muy bueno (como de costumbre) el artículo!

    ResponderEliminar
  3. Bea, pues me alegro que publicarlo de madrugada te haya sido de utilidad, a ver si se te pasa el insomnio.
    Enone, gracias por esas palabras xD.
    Un saludo a las dos.

    ResponderEliminar

Lector, puedes comentar, y no te preocupes si no tienes nada importante que decir, puedes insultar también o mandar amenazas... en Ex-Mundo, estamos acostumbrados.