Atención, la redacción de Ex – Mundo advierte: Este piriódico no es apto para su lectura durante la conducción de maquinaria pesada, vehículos por autovía, durante la ingestión de alimentos sólidos o en situaciones de peligro extremo. Con este aviso deseamos evitar más muertes, gracias por su atención.

lunes, 30 de abril de 2012

Asalto dragón.


El misterio de las vacas desaparecidas.

“La comisaría ha recibido montones de denuncias”.

El pueblo pesquero de Casteña, en pleno centro de tierras leonesas, es uno de esos pueblos que sigue esperando el avance del mar, con montones de barcas pesqueras esperando en tierra a que llegue el calentamiento global y con él, el mar. También está a su lado la base militar de la Marina de montaña del ejército español con varias fragatas que esperan al mar y un nuevo portaaviones llamado “Montañés”.
Este pueblo que sigue esperando al mar desde que se estrenó la película de Waterworld ha saltado a la noticia debido a la presencia de un ser que parece arrancado de las leyendas e historias de los tiempos antiguos. Sus gentes evitan a las cámaras, nadie quiere hablar sobre lo que pasa y recorremos sus calles a la caza de explicaciones.
El olor del mar se hace esperar en un pueblo que sigue a la espera, a menudo se ven a los soldados en las fragatas haciendo maniobras, o intentándolo mientras los motores hacen girar matas de yerba y marean a los caracoles.
Llegamos a los prados, que desde hace años el ayuntamiento mantiene cercados para evitar que “cuando llegue el mar hasta Casteña, haya que lamentar víctimas”. A pesar de las órdenes del consistorio, varios pastores locales recorren el prado con sus vacas, cabras y varios hijos.
Y es en las caras de los pastores de mandíbula cuadrada y miradas firmes donde descubrimos una historia, que la gente de Casteña conoce pero se niega a compartir con los extranjeros.
Cuando el equipo de Ex – Mundo se colocó una boina y compró un perro grande y peludo que parecía una especie de oveja, conseguimos que nos hablaran.
La comisaría local ha recibido desde hace dos semanas montones de denuncias que tratan sobre la desaparición de varias vacas en los prados de Casteña, y aunque la policía insiste en que “seguro que han sido las corrientes marinas que se han adelantado al mar”, parece ser que las teorías son muy variadas, pero hay una que ha cobrado mucha fuerza.
En los montes cercanos a Casteña, se oculta un dragón, una bestia que ha capturado vacas de los prados para, seguramente, alimentarse.  “Doce vacas en las últimas dos semanas, y nadie ha visto nada, bueno, el Tato sí, que es el que ha visto al dragón”.

“No han logrado dar con la bestia”.

El Tato, un hombre que lleva unas dos semanas viviendo en la localidad nos invita a entrar a su casa. Tiempo atrás Tato pasó un año en la cárcel por robo de ganado y ahora es un hombre reformado, el olor de casa es fuerte y según nos dice, tiene en la tele de la otra sala un documental sobre vacas “lo que explica el ruido, los mugidos y el olor”.
Nos sirve un vaso de leche recién ordeñada y toma asiento ante nosotros para hablarnos de lo que ha visto.
“Pues sí, he visto un dragón que se llevaba una vaca, yo estaba sentado en el prado, respetando las leyes como siempre hago, cuando escuché el mugido de una vaca y vi una bestia que se lo llevaba volando hacia los montes”.
A pesar de las explicaciones de Tato, los retratos robots de la bestia, las partidas de caza en busca de ese monstruo arcaico que secuestra vacas desde hace dos semanas y la severa vigilancia de todo el pueblo que mira hacia el cielo y el control de la Marina de montaña que mantiene los cañones de sus fragatas apuntando a cualquier cosa que sobrevuele la localidad, sólo han logrado capturar dos pichones y derribar una avioneta que sobrevolaba el lugar dejando una estela química, pilotada por un famoso directivo de Cinfa.
“No perdemos la esperanza de dar con la bestia que sigue llevándose nuestras vacas cuando menos lo esperamos”.
Dejamos atrás este hermoso emplazamiento, que con la llegada del calor se llena de los primeros y esperanzados bañistas que piensan que este año será el que el mar llegue a Casteña, sin saber que desde los cercanos montes, los vigilan los ojos atentos de un poderoso dragón.
Seguiremos informando.

jueves, 26 de abril de 2012

Hablamos del sexo de los ángeles.


Excusas para hablar de chorras.

“Llevaba cinco minutos meando en el depósito”.

El ser humano ha tenido una duda que lo ha corroído por dentro desde hace siglos, desde que los turcos llegaron a Constantinopla rompiéndolo todo, saltándose pasos de peatones, aparcando en doble fila e irrumpiendo en los centros del saber para descubrir que la gente, más que preocuparse por su invasión, estaba preocupada por conocer esta respuesta trascendental.
¿Cuál es el sexo de los ángeles?
Mucha gente ha malinterpretado esta pregunta diciendo que Ángel es un nombre de tío, pero que si hablamos de ángeles, puede haber Ángela, nombre se chica.
Pero no hablamos de nombres, sino de ángeles, esas cosas con vestido blanco que revolotean de un lado a otro según las creencias cristianas, que no faltan en lienzos antiguos que nos han dado a entender que, en el pasado, era típico cruzarse con un ángel de estos cuando se hacía algo malo.
Algo malo como orinar en el depósito del coche del vecino, cosa que estaba haciendo Micaelo cuando sintió que una poderosa luz lo iluminaba por completo. Pensó, y no estaba muy mal pensada la cosa, que podía ser cosa de la guardia civil “Pues había bebido mucho y llevaba cinco minutos con la gurrina pegada al depósito haciendo pis”.
Era un ángel.
El ángel bajó al suelo, se acercó a Micaelo y lo tocó con su gracia, aunque según las versiones su gracia podría haber sido simplemente que le puso la mano en el hombro “la interpretación depende mucho de las creencias religiosas”.

“Se le puso dura”.

Tras reprenderlo varias veces por lo que hacía a su vecino, le dijo que tenía que compensarlo de alguna forma, que fuese a ver a su vecino y, por ejemplo, dejara de acostarse con su mujer.
Micaelo, hombre de letras licenciado en los bares del barrio, olvidó rápidamente cualquier otro tema que pudiera desviarlo de su idea y agarró al ángel por la túnica, a la altura de la entrepierna.
“Vamos,  no sólo tenía chorra, sino que se le puso dura cuando vio que no se la soltaba” nos cuenta Micaelo, extasiado por lo sucedido.
Ofendido, el ángel se apartó un poco, pero Micaelo seguía agarrado a él y se quedó con su túnica en la mano, dejándolo desnudo y con el sexo al aire.
Fotografías, vídeos, dibujos, retratos robots… el pene del ángel ha saltado a varias portadas de revistas de actualidad, dejando claro que los ángeles tiene chorra “y sólida, y grande” nos explica Francisca, una cristiana fervorosa que espera a que Dios le envíe a un ángel para que la toque con su gracia.
Sin embargo, esta respuesta que nos ha costado 2000 años obtener, sólo nos ha llevado a una pregunta aún más inquietante. Si los ángeles son tíos, ¿de dónde vienen los ángeles? ¿No hay ángeles con potorro? ¿Dios tiene una máquina de fabricar ángeles? Y si estas teorías tienen respuesta, la mayor pregunta de todas es: ¿A qué está jugando Dios?
El gobierno de España ha decidido invertir varios millones de euros “que hemos tenido que recortar de sanidad, pero casi que da igual” para contratar asesores para que discutan sobre estas posibilidades.
Seguiremos informando.

sábado, 21 de abril de 2012

Lo que diga el señor doctor.


Siempre llevan razón.

“Los del banco estaban abatidos”.

Cuando Marcelino salió de su casa una mañana, su familia no podía comprender que era la última vez que lo verían con vida. Cogió su coche para ir al parque a dar de comer a las palomas “porque ya no le queda sitio donde pedir trabajo, y mirad que ha tenido que chupar culos, literalmente, sólo para poder dejar su currículo” nos explica su esposa.
Quiso la fortuna que, en el camino al parque, Marcelino se viese obligado a circular por un tramo de carretera desde el cual podía verse la granja de un señor anónimo. “Parece ser que  se distrajo mirando cómo un caballo cubría a una yegua, y como tuvo que soltar una mano del volante para señalar mientras se reía y hacía comentarios, pues perdió el control del coche” nos explica la policía.
El vehículo realizó un movimiento extraño cuando soltó el volante y se estrelló frontalmente con un camión que viajaba en la dirección contraria cargado de ladrillos, vigas y sacos de alpiste.
“Tardamos cuatro horas en despejar el lugar del accidente, el camionero sufrió una torcedura mandibular por la sorpresa, pero suponemos que también fue porque vio cómo el caballo cubría a la yegua. Cuando quitamos todos los ladrillos de encima del vehículo de Marcelino, los representantes de Banco Santander empezaron a llorar, no porque les importara la vida de Marcelino, sino porque en dos días tenían pensado embargar el vehículo, incluso lo habían empezado a mostrar en fotos por las salas de subastas”.
Encontraron el cuerpo de Marcelino entre los hierros retorcidos y material de construcción, lo sacaron y lo metieron en la ambulancia, pero se certificó su muerte mucho antes de llegar al hospital. “Cuando vimos que no tenía pulso, apagamos la sirena, incluso nos paramos un rato para ver desde un cercano bar cómo el caballo remataba la faena con una cervecita” nos explican los conductores de la ambulancia, acto nada criticable, ya que Marcelino había fallecido y, desde luego, prisa no tenía por llegar a ningún sitio.

“Juraría que me mordió”.

El problema llegó cuando en el tanatorio fueron a preparar el cuerpo, descubriendo una camilla vacía. “Al principio pensamos que algún gracioso lo había cogido para meterle un palo por el culo y usarlo como decoración, ya ha pasado otras veces” aseguró el director del hospital.
Finalmente encontraron a Marcelino, sentado en una mesa de la cafetería, tomándose un café migao con berberechos. “Hombre, gracia no tenía ninguna, sobre todo cuando llegó su esposa y lo vio allí, muerto, sentado y comiendo tan tranquilo”.
Debido a que el muerto todavía parecía comprender y reaccionar, se decidió que en lugar de un velatorio corriente, podría irse a su casa “para hacer tiempo hasta el entierro, así no se aburriría”.
Otro problema se presentó cuando, al día siguiente, su esposa insistía en meterlo en la caja para llevarlo al cementerio. “Mi Marcelino siempre fue muy tozudo, y él insistía en que estaba bien, pero el médico nos había dicho que estaba muerto”.
Marcelino, un hombre que no había pasado de primaria, quiso discutir con un doctor que insistía, una y otra vez, en que estaba muerto. “Es que no merecía la pena malgastar electricidad para hacerle pruebas, yo le ponía el dedo en la papada, pero no tenía pulso” explica el doctor.
Finalmente, la policía forzó a Marcelino a entrar en el ataúd por orden del médico, “y costó, yo porque el médico insistía en que estaba muerto y todo aquello era cosa de la rigidez y tal, pero juraría que chillaba, incluso me mordió cuando le empujé la cabeza para entrarlo en la caja, vamos, tengo su dentadura marcada en la mano”.
Entre berridos e improperios, Marcelino fue enterrado finalmente. Algunos de los presentes encontraron extraño que, mientras cerraban la tumba, se oyera al finado “cagándose en los muertos del médico, vamos, que de no ser porque el doctor insistía que era un efecto provocado por los gases al salir del cuerpo, juraría que ese tío estaba vivo”.
Tras el entierro, el doctor nos agradeció dar cobertura a esta noticia. “Es que los médicos nos enfrentamos muchas veces a gente que, aunque no tiene estudios, se cree que sabe más que nosotros, e insiste en llevarnos la contraria”.
Seguiremos informando.

martes, 17 de abril de 2012

El barrio de la muerte.

Entrar, se puede. Salir, no.

“Tienen una visión apocalíptica del mundo”.

Lo llaman el barrio de la muerte, un barrio del casco antiguo del pueblecito gaditano de Bornos, localidad emplazada en la serranía, guardiana de un pantano en el que asoma alguna que otra bicicleta oxidada. El barrio de la muerte o, como se lo llama localmente, el barrio de los pensionistas.
Se trata de una calle, una sola calle con viviendas y pisos de renta antigua, de paredes desconchadas y bancos entre los portales, de bares con mesas en la acera y partidas de dominó siempre en marcha al otro lado de sus altos ventanales. Un barrio, en el que se apagaron hace mucho las risas de los niños, en el que cuando alguien pisa el césped se alzan miles de gritos en protesta y nunca se ve a “los chavales con esas pintas modernas”.
Nos encontramos en el cruce que da salida a la calle con Rafael, uno de los inquilinos de este misterioso barrio que se nos ofreció a acompañarnos para poder realizar una visita y entender por qué la gente evita esta céntrica calle. Le damos un apretón de manos y nos señala la calle.
-Si alguien pregunta, decís que sois mi nieto y un amigo –nos advierte, algo nervioso por lo que vamos a hacer.
Asentimos, empezamos a caminar por la calle reparando en los bancos, grupos de octogenarios, criados en la postguerra y fogueados en discusiones de dominó, de la juventud y de si la patada que le dio Pepe a Messi en la boca en el último clásico fue o no fue roja, nos miran, reflejándose en sus ojos la avidez.
-Aquí por menos que esto, he visto gente morir –nos explica, nervioso aún mientras saluda a los ancianos con los que vive-. Es un grupo muy cerrado, no es que sean malas personas, lo que pasa es que ven Intereconomía y tienen una visión apocalíptica del mundo.
La zona está cuidada aceptablemente, Rafael nos comenta que, a menudo, los ancianos permiten la entrada de personas de fuera del barrio para que realicen la limpieza de calles, recogida de basura e incluso reponer en alguno de los bares o ultramarinos Toño. Vemos en un rincón a dos ancianos que charlan animadamente, de pronto uno de ellos nos mira fijo.

“El tráfico de medicamentos está a la orden del día”.

-Hace dos semanas el ayuntamiento mandó a dos barrenderos, uno de ellos era negro –nos explica Rafael, instándonos a no mantener la mirada de aquellos ancianos-. Encontraron su escoba y el carro en la esquina, apareció el abrigo manchado de sangre pero la policía se niega a entrar para hacer una investigación formal –mira alrededor y se encoge de hombros-. Hace dos años que no veo a un policía entrar al barrio, y el que entraba era el Tato, que se crió aquí y era cabo antes de jubilarse.
En el hueco de un portal, a plena luz del día, un hombre de unos ochenta años entrega con una mano un paquete a otro que le paga en efectivo. El tráfico de pastillas para la tensión, medicamentos para la artrosis y yogures que controlan el colesterol, está a la orden del día, sin que nadie se atreva a impedirlo.
Es uno de esos barrios en los que entras para no salir, uno de esos lugares de la geografía española donde la gente huye para no cruzarse con ancianos que te siguen con la mirada, te señalan y se llevan un dedo al cuello para arrastrarlo horizontalmente.
Nos detenemos al final de la calle, delante de ultramarinos Toño, vemos montones de carteles sobre excursiones para la tercera edad y fotos, recortadas de la prensa, sobre personas desaparecidas por la zona.
-Es gente tranquila, pero no les gusta que se invada su intimidad –nos explica Rafael, airado ante las miradas que aparecen en ventanas y portales.
El olor de comida recién hecha empieza a inundar el aire, grupos de personas mayores empiezan a levantarse de sus respectivos bancos, apoyándose en maltratados bastones de madera, algunos con extrañas manchas oscuras.
Nos despedimos de Rafael, deseando que nuestra visita no le traiga problemas, y vemos cómo se aleja lentamente, alzando la mano para saludar a los que se cruzan. Ahora que nos alejamos, parecen más tranquilos, es uno de esos lugares de la geografía española donde los forasteros no son bienvenidos, y donde la indulgencia, no existe.
Seguiremos informando.

domingo, 15 de abril de 2012

Expendedora de mascotas.

Orgullo español.

“Era ingeniero, pero acabé como cajero”.

Hace sólo unos años, cuando un hijo nos pedía tener una mascota, era el momento más tenso que podíamos encontrar en nuestra vida. Estudios y encuestas indican que los niños no suelen ser los mejores amos, provocando la muerte prematura de tortugas, peces de colores, caimanes o pajaritos.
Padres y madres han sufrido berrinches por parte de sus hijos porque “Pichí, el jilguero, está muy dormido” o “el conejito Rafael huele raro y no se mueve” y la típica “Mamá, ¿por qué cuando me he sentado encima del hámster se ha quedado quieto y plano, y no se vuelve a hinchar como en los dibujos?”.
Padres preocupados y niños con berrinche es lo que ha llevado a un grupo de jóvenes españoles a iniciar un proyecto que ha derivado en un invento de lo más imaginativo. “Pues yo estudié ingeniería, pero terminé en un Carrefur de cajero, por lo que me decidí a dar un giro a mi vida y hablé con otros amigos en mi situación, iniciando lo que llamamos el proyecto mascota”.
Empezaron con una vieja máquina de tabaco que robaron en un bar poco vigilado, añadiéndole algunas modificaciones para realizar su primer prototipo, presentado ya como el futuro de la venta de mascotas para hijos. “La mascoteitor 200 es un centro de obtención de mascotas, por el momento hemos desarrollado la máquina para que pueda contener 200 pececitos de colores, todo iguales, para que cuando a un hijo se le muera una mascota, los padres la puedan cambiar antes de que llegue el berrinche, dando al finado un honorable entierro vía W.C. mientras que el suplente reparte alegría “hasta que al niño se le olvide darle de comer, pruebe a cambiarle el agua por lejía o lo meta en la batidora, en tal caso, sólo hay que pulsar el botón y saldrá un nuevo pez”.

“Algunas parecen máquinas de preservativos”.

Prácticamente todo el diseño original de la máquina expendedora de tabaco que se usó en principio, ha desaparecido, sin embargo “durante el proceso de desarrollo tuvimos problemas para evitar que siguiera dando de vez en cuando paquetes de Fortuna, lo que nos llevó a desarrollar una línea que pueda expender monos fumadores, aunque estamos trabajando en ello”.
El diseño permite tener a 200 peces, que tendrán un tiempo estimado de vida de un año “que es el sustento que tienen en la máquina”. Debido al éxito de la máquina, ya están trabajando en modelos para hámster, jilguero, boa constrictor y agachadiza común.
Desde la comunidad europea insisten en que esta máquina tendría que estar prohibida, alegando que los españoles “sólo tienen permiso para añadirle palos a las cosas”, debido a esa cuestión, los fabricantes han añadido un palo “con fines puramente estéticos que nos permita vender en toda Europa”.
La máquina ha salido a la venta en varios centros comerciales, en diferentes colores y con diseños muy espectaculares. “Algunas las hemos hecho como si fueses máquinas de preservativos, para que los niños no sepan que es de ahí de donde salen los pequeños cambios en sus mascotas”.
Por el momento, el uso de estas máquinas empieza a extenderse, siendo la mejor apuesta por jardines de infancia que pierden a la mascota de la clase “por culpa de extraños accidentes y llamativos desastres”.
Seguiremos informando.

jueves, 12 de abril de 2012

Afiliación terrorista.

Así lo llaman ahora.

“La quedada iba a ser violenta”.

Cuando ayer Alfredo recibió la visita de unos amables agentes que aporreaban la puerta con violencia y alevosía “hasta el punto de que la puerta ha necesitado atención psicológica y mucho cariño para volver a ser la que era”, no pensaba que era un delincuente.
“A ver, si es que yo ya me pensaba que algo era, si es que lo veía todos los días saliendo a la calle con esas greñas y esa ropa del Ironmeiden ese o la metallica, yo estaba seguro que ese era de etarra para arriba, y nunca dudé que le echara cosas raras al tabaco para aliñarlo, no sé si me entienden, un poco de canabis, grisfa de esa, orégano, cucanina y hasta pastillas del avecrén, que estos son muy viciosos” nos explica una vecina cotilla mientras su perro se orina en nuestros zapatos.
Definitivamente, debido a la reforma de ley, Alfredo sí es un delincuente, pero uno con todas las de la ley, no un delincuente, sino un terrorista por delito de integración criminal.
Todo empezó cuando Alfredo y sus amigos usaron sus conexiones a internet para mantener una conversación, una de esas charlas entre chavales que acaba con todo tipo de insultos y quedadas para salir de farra.
“Es que la cosa no acabó ahí, sino que, delante de todo el mundo, pusieron comentarios en el feisbuc de Alfredo hablando de una quedada que, a todas luces, iba a ser tremendamente violenta” nos explica Jorge Fernández Díaz, ministro del interior.
“Recibimos un chivatazo y nos pusimos a mirar el perfil de Alfredo para intentar entender qué era lo que pasaba, descubriendo que, como parecía ser, iban a hacer algo terrible” nos explica un agente del operativo que detuvo a Alfredo “De forma violenta, porque es un terrorista y tenía un sobao de la merienda en la mano, ya se sabe que un terrorista puede ser capaz de usar cualquier arma para salirse con la suya, y no sabíamos si estaba relleno de crema o de trilita”.

“La versión que dan no convence a las autoridades”.

Cuando Alfredo cayó, tuvo que dar los nombres del resto de la banda bajo tortura, “destrozando todos esos juguetes diabólicos que había en su habitación, que él llamaba merchandising”. Tras el testimonio de Alfredo y de darle varias collejas, fueron a por el resto de la banda.
Catorce chicos que conformaban el hilo de comentarios del muro de Facebook de Alfredo, bajo un estado que decía “Peña, quedamos esta noche para armar bulla en mi garaje, traed los ordenadores, yo pongo las botellas”. Había comentarios del estilo “Vamos a destrozarlo todo”, “Yo no voy a dejar vivo a nadie” o “Wan, tú apunta antes de disparar, por dios”.
“Por el estilo de los comentarios, supusimos que este grupo iba a realizar una manifestación violenta…, como poco, porque se las traían sus comentarios”.
Alfredo y sus compañeros ya han escogido una versión que no convence a las autoridades, “Insisten en que habían quedado para jugar a un juego de ordenador llamado “Call of duty”, pero tras ver los juegos, hemos llegado a la conclusión de que es un programa que usan para entrenar hasta que estén listos para llevar a la práctica estas estrategias violentas”. Nos explican desde el ministerio.
De cualquier manera, la gente podrá descansar tranquila sabiendo que este grupo está ahora bajo arresto.
Seguiremos informando.

domingo, 8 de abril de 2012

Cambio de vida.

Cambio radical.

“¿Queréis tocarlas?, vamos, tocad”.

Cuando Francisco recibió su vigésimo octava patada en el trasero, patada literal, que todavía tiene las marcas de las herraduras del entrevistador en el trasero, tomó una decisión vital para su futuro.
“Estaba harto de todo eso de que me echaran del lugar por mi aspecto, porque soy muy serio y tirando a feo” nos explica Francisco, orgulloso con su nueva adquisición.
Y es que cuando se hartó de las patadas, Francisco llegó a una firme idea que ha cumplido, Francisco se ha puesto tetas “nada del otro mundo, una talla 90, lo justo para que asomen como si saludaran pero para que quepan en una mano de manera aceptable” nos relata, mostrándonos su escote mientras nos sirve un poco de café, “¿Queréis tocarlas? Vamos, tocad”.
Y tocamos, tocamos como si no hubiera nada mejor que hacer, sorprendidos gratamente por el tacto y el sonidillo que arrancamos de cada teta con un delicado apretón “Sí, me hice poner un pito, para que sonara con cada apretón. Como soy soltero, los vecinos dan quejas de que todas las noches se escucha muy fuerte por todo el bloque” nos explica.
La sensación de ver a un tipo de 147 Kg y 1.83 de altura, barbudo y de aspecto basto tirando a feo, con una par de perfectos pechos que cumplen el sueño de todo hombre con un agradable sonido de pito que suena a gloria y bendición con cada apretón que le damos, es realmente contradictoria, pero no podemos apartar las manos de esos perfectos pechos que la ciencia médica le ha dado.
“No es silicona ni nada, es todo mío” nos relata con alegría. Usando la técnica de extrapolación de pares diferenciales, un doctor de Cuenca ha logrado que el crecimiento del seno de Francisco fuese natural y acelerado, consiguiendo el pecho con varios tratamientos “a muy buen precio”.

A la Iglesia no le gusta.

“Me voy a cambiar el sexo del todo porque me va muy bien con los pechos, y como la tengo pequeña el doctor dice que no hay que pasar por quirófano, que con una pomada para granos en dos semanas se cae sola” nos comenta, emocionado ante las perspectivas de una vida nueva.
Desde que tiene los nuevos pechos, Francisco afirma que lo han llamado de varios lugares, interesados en su experiencia y capacidad laboral “pero no he podido aceptar porque en un sitio me pidieron que enseñara la chorra y, como la tengo tirando a canija, dijeron que los clientes no la querrían”.
Como viene siendo normal, instituciones como la Iglesia, la ONCE o RENFE se han quedado por este tipo de operaciones. “Si un hombre nace feo, se tiene que morir feo” nos explican.
Pero eso a Francisco no le importa, que delante de nosotros se quita la ropa y aplica generosamente pomada a sus genitales. “Ahora soy feliz, ahora tengo una vida nueva”.
Nos marchamos de la casa, rechazando la mano que nos tiende Francisco de modo cordial, alegando que somos más de abrazos para obviar que lo acabamos de ver con esa mano untándole la chorra de pomada, a él parece no importarle y nos da palmaditas en la espalda que nos manchan la camisa de pomada.
Tendremos que tirar la camisa, pero al menos esta redacción ha tocado teta, que siempre es de agradecer.
Seguiremos informando.

lunes, 2 de abril de 2012

La casa encantada de La Cega.

Más allá del terror y el olfato.

“Eleuterio superó el punto de Heller”.

El número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Los últimos días de la sombra”) hace mucho que se convirtió en un lugar tristemente conocido entre los habitantes de La Cega, pueblecito perdido entre el monte de Piedad y una heladería que regenta Pepe “el Rata” en Cáceres. Todos los lugareños han oído historias truculentas contadas, en tono desesperado y muy nervioso, por todos aquellos que han vivido entre sus muros, ahora oscurecidos un poco por la humedad tras el abandono.
Una casa llamativa, cuyo valor ha subido gracias a la crisis que, aunque suene contradictorio, convierte viviendas sin valor en carísimos lujos. “Coñe, que tiene un fantasma, que eso le da valor a todo” nos explica un señor.
Del modo que sea, el número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Yo vi tu silueta”) adquirió una triste fama por los sonidos, sucesos y, sobre todo, olores que a menudo emanan de esta casa en este lugar apartado, como perdido en el tiempo donde la gente se saluda por las calles, sale con la fresca y danzan en torno a hogueras tribales mientras asan forasteros.
La fama, el reconocimiento o lo que sea llegó para esta casa tras los últimos acontecimientos vividos por la familia Bernal, que se mudó aquí con la intención de empezar de nuevo en otro lugar “Mi marido le arrancó los ojos a un desconocido, ¿sabes usted? Y nos fuimos antes de que nadie pudiera encontrarnos para empezar de cero” nos explica la señora de la casa, que ahora habita un pisito con unos familiares.
“La casa estaba bien, lo que pasa es que, por las mañanas, costaba mucho entrar al baño”.
El baño, foco de todos los sucesos extraños que se han vivido en esta casa, se ha convertido en un triste rincón de penas y amarguras.
“Se sabe que Eleuterio Salmonete, la persona que construyó la casa, en sus últimos años, siendo ya un jubilado tirando a feliz, alcanzó el punto de Heller tras comerse quince yogures caducados seguidos, untándolos en butifarra de confianza, y digo de confianza porque llevaba casi quince años en la casa con él”.

“Todavía hoy, el alma en pena sigue empujando”.

El “punto de Heller” llamado así por su triste descubridor, Graham Heller, científico conocido por sus experimentos con su “Primer laboratorio”, su “Volcanova” y su “Barbaconova”, quien estaba seguro de que, llegado a un punto de intoxicación estomacal, sólo había dos salidas posibles: “En un caso que nos lleva al punto de Heller, sólo podemos ver cómo el atrevido comensal muere entre unas diarreas aterradoras, o consigue la inmortalidad, volviéndose resistente a todo”.
No fue el caso de Eleuterio, quien falleció entre gritos, llantos y “un montón de mierda, pero como lo digo, mierda por todos lados, en el wáter, en las paredes, hasta en el techo”. Todavía hoy, el alma en pena de este señor, sigue empujando, oyéndose sus gritos y llegando el olor hasta puntos insospechados.
“Cada mañana era un infierno, intentabas entrar y estaba él, en el wáter, gritando como un descosido, luego escuchabas la cadena y salía una sombra con un trozo de papel higiénico en la suela. Entrabas, te sentabas para hacer tus necesidades y al momento lo escuchabas a tu lado, quejándose y animándote con cancioncillas para que acabaras pronto, que tenía que usar el wáter” nos explica la hija de la familia Bernal.
Y así nos alejamos del número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Lucrecia se oscurece”, escuchando unos rugidos desgarradores, identificativo el cólico nefrítico del punto de Heller, sintiendo sobrecogidos cómo la noche se cierne sobre La Cega, y escapando del desagradable tufillo que se escapa, filtrándose, entre los cristales rotos de las ventanas de la vieja casa.
Seguiremos informando.