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jueves, 4 de septiembre de 2014

Libertad para los osos de Haribo.

Viven encerrados y sufriendo atrocidades.

“Apenas dejó osos en sus selvas natales”.

En el año 1823, Juliano Ernesto de Haribo, famoso explorador de su época, una especie nueva y fabulosa oculta en las selvas de Nueva Zelanda. La especie recibió la mayor parte de la atención de los medios de la época, pues se trataba de un nuevo espécimen de oso, el ursus gominoliensis, vulgarmente conocido como “oso de Haribo” en honor a su descubridor.
Animalillos confiados, los osos de Haribo vivían en libertad en las selvas, pero al igual que muchas de las especies autóctonas, sufrieron con la llegada de animales que trajeron los exploradores (como ratas, gatos, y un mastín llamado Eufrasio). Alimentándose de raíces, insectos, y atacando en grupo a animales heridos de mayor tamaño, estos pequeños osos vivían en paz, ocultándose de sus depredadores naturales (alguna especie de ave, y gordos locales) hasta que Juliano Ernesto de Haribo los encontró.
Durante sus exploraciones recogió muestras de la especie y las llevó consigo hasta que, en un ataque de hambre, se comió uno. Era la primera vez que un hombre devoraba un oso de Haribo, y aquello sirvió como idea para el explorador.
Colocando trampas, capturó a millones de osos, llevándolos consigo para hacer pruebas de cría en cautividad, dejando una población casi inexistente en sus selvas natales.
Y así llegamos hasta nuestros días, cuando un activista ha logrado acceder con una cámara a las entrañas de Haribo, y grabar las zonas en las que crían a los descendientes de aquellos primeros osos de gominola. Al igual que los osos de peluche, sufren el hacinamiento en jaulas que contienen cientos de ejemplares, viviendo sus vidas en condiciones insalubres hasta que, tras un proceso de selección de procreadores, los osos descartados son ahogados en diferentes soluciones que son las que le dan el sabor y color a cada oso.

“Secuestrarán y se comerán a empleados”.

“Son asesinados cruelmente, viven sobre sus propios excrementos, alimentados con piensos que aceleran su desarrollo y crecimiento, provocando con ello inflamaciones en sus hígados, provocando daños que convierten cada día de su vida en un infierno”.
Los activistas declaran que “hay que liberar a todos esos pobres osos en su hábitat natural para que vivan una vida plena”, mientras que los propietarios de Haribo, al leer la noticia, sólo han sabido decir: “¿Pero qué cojo…?”.


Morir con una sonrisa en el rostro.
Los osos seleccionados para la venta son sumergidos en soluciones de sabores. Al intentar respirar, las desgraciadas criaturas llenan sus cuerpos con los jarabes, adquiriendo los diferentes sabores.
Debido a la gran cantidad de azúcar de las soluciones, se cree que mueren antes por el exceso de azúcar, que por la escasez de oxígeno.





Los activistas han prometido ir más allá, amenazando con secuestrar y comerse a empleados de las diferentes plantas en las que, según afirman, se crían, seleccionan, y asesinan, a millones de ositos de gominola cada año. “No estamos dispuestos a tolerar algo así, y cuando hayamos acabado con la esclavitud de los osos de gominola, estamos decididos a llevar nuestra cruzada a las empresas que comercializan galletas con forma de dinosaurio”.
Desde la publicación de las amenazas de los activistas, cientos de gordos se han congregado en los alrededores de las plantas de producción de Haribo, “si deciden liberar a sus osos de gominola, estaremos preparados”.
Seguiremos informando.