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martes, 14 de junio de 2011

Compra una estantería, y por montar mal, construye una máquina del tiempo

Ikea: "Cuando nos preguntó si se lo montábamos, nos descojonamos vivos".
Cuando Ramón fue a comprar una estantería a Ikea, su idea era simple: quería un mueble resistente, que soportase el peso de sus libros, de sus películas, su colección de miniaturas de fascistas famosos y su foto del Fary dedicada. Buscaba algo de estilo rústico, en madera resistente y que, a poder ser, estuviese montada.
Desgraciadamente para Ramón, oriundo de Bornos, Cádiz, fue a Ikea.
Ramón desde pequeño fue un chico de esos a los que se considera “normal”. Sacaba malas notas en matemáticas, solía suspender lengua y siempre aprobaba con un 5 pelao todo lo demás salvo inglés.
“No hemos visto una cosa así desde hace años, preguntó si nosotros lo montábamos y claro, nos descojonamos vivos, luego vimos que preguntaba en serio y empezó a ser incómodo” explica uno de los dependientes de Ikea.
Tras lo sucedido, Ramón se vio obligado a llevar a casa su flamante y desmontada estantería, y, martillo en mano, empezó a montarla tratando de seguir las crípticas instrucciones que venían con el mueble. “Si mi marido se compró hasta un diccionario de Swahili pero nada, que no había manera. Intentó encajar la pieza A en la ranura B y lo que le salió…”
Invirtió seis horas de su vida en el montaje de la estantería, como la mayor parte de nosotros hemos dicho alguna vez cuando intentamos montar algo, pensó que se apañaría sin las instrucciones, y encajó las ranuras mirando sólo los dibujos orientativos.
“Cuando terminó, llamó a toda la familia para que lo viésemos, y claro, nos quedamos todos con el culo torcido” nos cuenta su hija mayor.

"No sé cómo se apañó, pero era más grande por dentro que por fuera".

Ante la familia tenían una cabina de policía, pintada de azul y con una puerta. “Me parece que te has equivocado en algún punto” dijo la mujer según el atestado del caso.
“Lo sorprendente vino cuando abrimos la puerta, no sé cómo se las apañó, pero lo que había montado era más grande por dentro que por fuera, y encima, parecía vivo”. Explica la hija menor del desaparecido.
Ramón, frustrado por lo sucedido, se metió en la recién construida cabina y, con un extraño sonido, desapareció. “Era como la de Doctor Who” narra su esposa, aún llorando.
Según el informe policial, el señor y su “estantería” desaparecieron, desmaterializándose del lugar en unos pocos segundos.
Lo fascinante es que, revisando casos antiguos de hace siglos incluso, hemos podido encontrar representaciones de Ramón y su cabina, así como en numerosas pinturas rupestres en las que se identifica lo que parece ser “un tipo gordo y calvo, con una cabina a su espalda”.
Esta historia cobra veracidad si recordamos las palabras de Armstrong cuando pisó la luna por vez primera. “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad… Houston, tenemos un problema. ¿Los rusos han empezado a mandar cabinas de policía?”.
Desde la redacción, confiamos en que Ramón se encuentre bien allí donde se encuentre, y que disfrute de su estantería de Ikea.





Toda la familia se quedó impresionada ante la "estantería" que acababa de montar Ramón, pero lo más impresionante fue cuando llegaron las fuerzas del gobierno, insistiendo en que necesitaban ver el ingenio para fines "humanitarios".

Seguiremos informando.

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