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domingo, 16 de octubre de 2011

Wally.

Ya no lo vas a encontrar.

"He creado la ruta para encontrar a Wally".

Wally, ese personajillo al que siempre teníamos que intentar dar caza libro tras libro, un tío que se podía esconder igual en medio de la fiebre del oro, en un desembarco vikingo, en una paellera llena de patatas o en la China medieval, vestido con ropas modernas y algunos objetos.
“Era un turista temporal, eso es lo que era” nos explican los expertos.
Lorenzo Serrano, sevillano de nacimiento y norvietnamita por adopción, ha pasado los últimos veinte años de su vida persiguiendo el misterio de Wally. “Wally siempre me ha fascinado, no conozco a nadie capaz de corretear por el coliseo romano mientras montones de personas se matan a sangre fría y limitarse a disfrutar del espectáculo”.
Muchos de los lectores conocerán los libros de “A ver si tienes narices de encontrar a Wally”, esos en los que Lorenzo ha basado su búsqueda con ayuda de un avanzado software de identificación, algoritmos de búsqueda predefinidos, un pollo de goma, café y alegres pensamientos.
“Libro tras libro he ido creando una ruta para encontrar a Wally, desde que era un crío mi mayor meta fue toparme con aquél extraño hombrecillo y hacerle la gran pregunta, esa pregunta que todos hemos querido hacerle siempre a un hombre que ha visto tanto mundo e historia como él” explica a nuestros reporteros.
Lorenzo ha viajado por todo el mundo, siguiendo uno tras otro los pasos del famoso Wally, tomando café en locales de Italia, desayunando ante la torre Eiffel o torturando indígenas en Texas. “Ha sido difícil de conseguir, pero tras mucho esfuerzo y trabajo, logré ubicar el lugar exacto en que se encuentra Wally”.

"Era hippie, vivía en comunas".

Dicho y hecho, tras años de búsqueda sin sentido, intentos desesperados y extrañas fiestas con señores de la alta aristocracia bávara, Lorenzo nos invitó en su viaje hacia Bornos, Cádiz. Tras dos horas dando vueltas sin saber hacia dónde ir, logró encontrar lo que buscaba, pero no había casa alguna, sólo una zanja a un lado de un viejo camino de tierra.
Al asomarse, descubrió el cuerpo sin vida de un tipo algo, delgado, con gafas, gorrito y las famosas ropas de este entrañable personaje. “Es un palo encontrar muerto a Wally, tirado de esta forma en una zanja, pero en fin, es lo lógico tras tantas aventuras”.
“Llegó hace dos semanas, decía que tenía que aparecer haciendo el pino en medio de una época difícil para el ser humano, una época de barbarie y tal, le dijimos que mandaba Zapatero y le dio un chungo, dijo algo de que él no quería jugarse la vida así y se desvaneció ahí mismo”, nos relata una anciana del lugar.
Lorenzo quedó abatido, la gran pregunta que cualquiera querría hacer a Wally, quedará sin respuesta y sólo se podrán formular conjeturas. “Quería preguntarle en qué trabajaba que le dejaba tanto tiempo libre para viajar, porque tiene que costar un dineral. Seguramente era hippie, iba y venía de comunas en las que se quitaba hasta el gorro y comía gratis”.
Saqueamos el cadáver de Wally y lo dejamos allí, tirado, bajo un sol de justicia al acecho de los gaznápiros locales, anhelantes de la dulce y deliciosa carroña.
Seguiremos informando.

2 comentarios:

  1. empiezo a necesitar desesperadamente un pollo de goma en mi vida...
    8)

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  2. La verdad es que son de lo más útiles, al principio parece una inversión estúpida pero lo acabas amortizando.
    Saludos.

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