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lunes, 2 de abril de 2012

La casa encantada de La Cega.

Más allá del terror y el olfato.

“Eleuterio superó el punto de Heller”.

El número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Los últimos días de la sombra”) hace mucho que se convirtió en un lugar tristemente conocido entre los habitantes de La Cega, pueblecito perdido entre el monte de Piedad y una heladería que regenta Pepe “el Rata” en Cáceres. Todos los lugareños han oído historias truculentas contadas, en tono desesperado y muy nervioso, por todos aquellos que han vivido entre sus muros, ahora oscurecidos un poco por la humedad tras el abandono.
Una casa llamativa, cuyo valor ha subido gracias a la crisis que, aunque suene contradictorio, convierte viviendas sin valor en carísimos lujos. “Coñe, que tiene un fantasma, que eso le da valor a todo” nos explica un señor.
Del modo que sea, el número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Yo vi tu silueta”) adquirió una triste fama por los sonidos, sucesos y, sobre todo, olores que a menudo emanan de esta casa en este lugar apartado, como perdido en el tiempo donde la gente se saluda por las calles, sale con la fresca y danzan en torno a hogueras tribales mientras asan forasteros.
La fama, el reconocimiento o lo que sea llegó para esta casa tras los últimos acontecimientos vividos por la familia Bernal, que se mudó aquí con la intención de empezar de nuevo en otro lugar “Mi marido le arrancó los ojos a un desconocido, ¿sabes usted? Y nos fuimos antes de que nadie pudiera encontrarnos para empezar de cero” nos explica la señora de la casa, que ahora habita un pisito con unos familiares.
“La casa estaba bien, lo que pasa es que, por las mañanas, costaba mucho entrar al baño”.
El baño, foco de todos los sucesos extraños que se han vivido en esta casa, se ha convertido en un triste rincón de penas y amarguras.
“Se sabe que Eleuterio Salmonete, la persona que construyó la casa, en sus últimos años, siendo ya un jubilado tirando a feliz, alcanzó el punto de Heller tras comerse quince yogures caducados seguidos, untándolos en butifarra de confianza, y digo de confianza porque llevaba casi quince años en la casa con él”.

“Todavía hoy, el alma en pena sigue empujando”.

El “punto de Heller” llamado así por su triste descubridor, Graham Heller, científico conocido por sus experimentos con su “Primer laboratorio”, su “Volcanova” y su “Barbaconova”, quien estaba seguro de que, llegado a un punto de intoxicación estomacal, sólo había dos salidas posibles: “En un caso que nos lleva al punto de Heller, sólo podemos ver cómo el atrevido comensal muere entre unas diarreas aterradoras, o consigue la inmortalidad, volviéndose resistente a todo”.
No fue el caso de Eleuterio, quien falleció entre gritos, llantos y “un montón de mierda, pero como lo digo, mierda por todos lados, en el wáter, en las paredes, hasta en el techo”. Todavía hoy, el alma en pena de este señor, sigue empujando, oyéndose sus gritos y llegando el olor hasta puntos insospechados.
“Cada mañana era un infierno, intentabas entrar y estaba él, en el wáter, gritando como un descosido, luego escuchabas la cadena y salía una sombra con un trozo de papel higiénico en la suela. Entrabas, te sentabas para hacer tus necesidades y al momento lo escuchabas a tu lado, quejándose y animándote con cancioncillas para que acabaras pronto, que tenía que usar el wáter” nos explica la hija de la familia Bernal.
Y así nos alejamos del número 5 de la calle Vivancos (en honor al escritor de “Lucrecia se oscurece”, escuchando unos rugidos desgarradores, identificativo el cólico nefrítico del punto de Heller, sintiendo sobrecogidos cómo la noche se cierne sobre La Cega, y escapando del desagradable tufillo que se escapa, filtrándose, entre los cristales rotos de las ventanas de la vieja casa.
Seguiremos informando.

4 comentarios:

  1. Sobrecogedor relato ese el de la calle Vivancos (en honor a mí). Vívido, muy vívido, casi he podido oler la mierda esparcida. Gracias, Ex Mundo, por proporcionarnos esta bonita imagen sensorial XDDD

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  2. Y que dure, Zanbar, que dure mucho ese olor, el olor de las noticias servidas a tiempo xD

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  3. jajajaja nunca antes una casa embrujada me ha parecido más divertida XDDD. Al principio de la entrada, tal como lo narras, parece un reportaje de Cuarto Milenio xddd. Y joder con Eleuterio (nombre de pueblo tal cual xd), que se come una butifarra de quince años y vive para contarlo! Si hubiera sido un hombre de ciudad, habría muerto. Un besazooo!

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  4. Raquel, que Eleuterio es el fantasma eh xD.
    Pues sí, empecé a escribir y cuando me di cuenta, me dije "Qué mierdas, voy a hacerlo a lo reportaje de programa paranormal, a ver cómo sale" xD.
    Otro beso para tí, guapísima xD.

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