Y después te dicen que eres libre...

No soy de esos que hablan en serio muy a menudo, de hecho, soy la persona que más bromas por minuto consigue soltar. Sin embargo, a riesgo de ser considerado cualquier cosa, y de que este honorable periódico, que hasta hoy no ha soltado ninguna verdad incómoda, limitándose a adorables patrañas, sea tildado de lugar educativo, político o zona de guerra.

Sin embargo, hay momentos en los que se debe hablar, a pesar de que un señor con traje oscuro nos ponga una mano en la boca y una venda en los ojos. ¿Hablar de qué?, se preguntarán los dos lectores de este lugar, pues hablar de libertad. Pero antes de hablar de LIBERTAD, tenemos que aprender lo que es la libertad.

Muchos son los que consideran que la LIBERTAD es un animal pequeño, peludo, que habita en cuevas húmedas de las regiones centrales de Asturias, un animal con ojos chiquitajos que se alimenta básicamente de insectos, semillas y raíces. Nos confundimos, eso no es la libertad.

LIBERTAD es poder vivir, con una ideología, unas creencias y una forma de ser, poder salir a la calle y saludar al panadero con la mano, sin dejar de sonreír de manera insulsa, y él te haga un gesto grosero porque no le pagas. Libertad, palabra por la que han muerto montones de personas durante la historia de la humanidad.

Evoquemos a un Mel Gibson, agarrado a una espada de 1.65m. a la grupa de un caballo con la cara enguarrada, berreando como un poseso delante de cienes y cienes (N. del A: Sí, sé que no es cienes, pero yo soy el que escribe) de señores greñudos, de higiene deficiente y sin seguro dental. ¿Qué nos separa hoy día de esos señores? Probablemente, sólo la higiene.

Nos adaptamos, por suerte los españoles han aprendido oficios nuevos, como el de malabarista, encima de la cuerda floja dando saltitos para llegar a fin de mes sin que los buitres, intenten derribarlo para arrebatarle su casa, su coche, su ropa y un riñón, a poder ser, que funcione bien.

Pero nadie habla sobre esto, porque, cuando nos indignamos con las cosas que pasan, nos ponen en la tele las imágenes de unos deficientes mentales gritándose entre ellos para ver quién se ha acostado con quién y cuanto le ha sacado. Somos cerdos, y nos encanta revolcarnos en nuestra propia mierda sin dejar de pensar que la del vecino está más calentita.

Se cambian noticiarios por Gran Hermano, Islas de famosos y mierdas del estilo. Si no, nos asaltan con Sálvames para que no nos importe que nos den por culo. No digo que el sexo anal sea malo, sino que no me gusta que los que deben hacer mi vida mejor, me lo hagan sin permiso y sin cariño.

Camino por la calle y sólo veo alardes de incultura, personas que son nuestro futuro, tirados por el suelo con una botella al lado y el humo de un cigarro. No esperemos que nuestros políticos lo solucionen, esos sólo saben hacerse fotos, engordar sus cuentas bancarias y tirarse avioncitos de papel en el congreso. Tampoco confiemos en los bancos, de hecho, mejor no hablemos de los bancos. ¿Y la fe?, preguntan algunos: La Iglesia, un refugio de pobres almas buscando la salvación, que son guiados sin saberlo por demonios, que critican a los pecadores hoy y aparecen pervirtiendo menores mañana (no quiero generalizar, no todos pervierten menores, algunos también mayores).

¿Cuál es el problema?, pues el problema lo tenemos en el espejo, y no me refiero a la superficie de cristal, sino al ser desaliñado que por las mañanas se mira en él. Nosotros, ahí está el problema. Nos hemos acostumbrado a vivir en una burbuja de seguridad y no queremos que explote aunque no queden más que restos de ella. Creemos ser libres cuando la libertad ha sido drogada, violada y enviada a una mina de carbón al servicio de los que mandan. Hemos consentido que nos quiten derechos, que nos violen de mala manera y nos traten como a juguetes.

Despertemos, despertad y demostradme que la realidad no es como creo, y que hay mejores formas de arreglar esto que volver atrás y evitar que el primer mono baje del primer árbol. Mantengamos la higiene pero volvamos a las armas, y luchemos por lo que creemos, por lo que cree cada individuo y no lo que quieren que creamos.

Luchemos por ser libres con una pluma o una espada, pero joder, hagamos algo.