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jueves, 3 de febrero de 2011

Las plagas que trae el frío.


“Yo empecé a escuchar ruidos raros por la noche, pensaba que eran ratones”.

Rodrigo Díaz era uno de esos españoles, aficionado a dormir ocho horas, vivir ocho horas y, a falta de empleo, sentarse en un banco delante de la oficina del INEM durante ocho horas. Hombre de familia, con esposa y tres hijos, que se ha encontrado en su hogar con una terrible y ruidosa invasión.
“Yo empecé a escuchar ruidos por la noche, ya sabes, los escuchaba corretear por ahí. Recorriendo la cocina, subiéndose por las repisas y jugando al superpoly sobre la mesilla del salón. Yo pensaba que eran ratones, la verdad”. Estas son las palabras de Rodrigo, quien se recobra ahora del susto en casa de unos familiares.
Durante varias semanas, este albañil en paro perdió el sueño por los extraños sonidos que inundaba su hogar.
“Yo estaba ya harta, cada día encontraba pisadas en la mesa, en el sofá. Revolvían las estanterías y defecaban en los rincones, además, por las mañanas encontrábamos por el suelo restos del periódico. Creíamos que se trataba de ratones o cucarachas”. Nos contaba la afectada esposa de Rodrigo.

“Yo no lo podía entender, me quedé con el culo torcido al verlo, y todavía me dura la torcedura”.

Una mañana, el hijo pequeño de la familia, entró a la habitación y despertó a su padre al grito de “Papi, creo que alguien ha entrado en casa”. Como buen español, Rodrigo bajó en calzoncillos la escalera hacia la planta baja, descubriendo una sombra que corría hacia la cocina. Armado con un ejemplar de “El vuelo del dragón negro” y mucho valor, entró en la cocina. “No estoy seguro del motivo, pero cuando vi que no había nadie, me dio por rebuscar. Entonces fue cuando lo pude ver todo. Yo no lo podía entender, y es que me quedé con el culo torcido al verlo, de hecho, todavía me dura la torcedura y el médico me ha mandado reposo”.
Lo que sucedió fue que, al abrir la nevera, se encontró con varios banqueros que intentaban esconderse entre los yogures caducados y la mortadela pasada.

 
Animales gregarios, acostumbrados a la vida en sociedades de más de un individuos, los banqueros respetan a un único macho alfa (director), que es el único que puede aparearse con las hembras, además disponen en su morfología de un apéndice, similar a un pene, que usan para intimidar a otros machos.
A la izquierda, uno de los banqueros, intentando esconderse en la nevera. Abajo, sin tener nada que ver, un caracol.





 Según el informe policial, los banqueros se habían fabricado su nido dentro de la nevera familiar, que debido a la situación de paro, llevaba varios meses en desuso al no haber alimentos que llevarse a la boca. Montones de familias españolas que disponen de nevera que no utilizan, podrían ser anfitriones de montones de banqueros.
De un modo u otro, a pesar de que la familia contrató a un exterminador, la policía impidió el uso de métodos para acabar con la plaga. “Nos hicieron retirar las trampas que pusimos, porque decían que los banqueros merecían un trato humano, y era injusto matarlos con ratoneras”, aclara la esposa con los ojos inundados de lágrimas.
Con trato humano o sin él, los banqueros han logrado arrebatar la mayor parte de la casa a sus dueños, que se han marchado ante el terror que les provoca la plaga. Las autoridades alegan que no pueden hacer nada, porque no pueden ir en contra de los derechos de los invasores.
Desde la redacción, confiamos en que comprueben periódicamente sus neveras.


2 comentarios:

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