Españoles: ¿tontos o racistas?
“Ambos fueron a denunciar la actitud racista”.
A veces, desde este piriódico (que no periódico, recuerden), tenemos
la mala suerte de informar de casos terribles y abominables, casos que hacen
que se nos retuerza el alma y queramos limitarnos a hacer noticias sobre
gatitos que hacen surf o periquitos que… bueno, que también hacen surf.
Pero somos serios, no vamos a rebajarnos al nivel de periodismo televisivo, lo contamos todo, y este caso, uno de estos casos que llevan la depravación al límite, empieza con dos personas. Mª Dolores, mujer entrada en años que caminaba por la calle a altas horas de la noche asiendo su bolso con fuerza bajo el brazo, como solía hacer cada noche, no reparó en que una sombra se cernía sobre ella, una sombra negra y terrible que, no sólo se cernía sobre ella, sino también sobre Kingsley, nigeriano de 28 años que la seguía de cerca, cuchillo en mano, para cortarle el pescuezo como a un pavo en navidad “y quitarle el bolso para tener para comer”, según ha confesado el propio Kingsley.
Pero somos serios, no vamos a rebajarnos al nivel de periodismo televisivo, lo contamos todo, y este caso, uno de estos casos que llevan la depravación al límite, empieza con dos personas. Mª Dolores, mujer entrada en años que caminaba por la calle a altas horas de la noche asiendo su bolso con fuerza bajo el brazo, como solía hacer cada noche, no reparó en que una sombra se cernía sobre ella, una sombra negra y terrible que, no sólo se cernía sobre ella, sino también sobre Kingsley, nigeriano de 28 años que la seguía de cerca, cuchillo en mano, para cortarle el pescuezo como a un pavo en navidad “y quitarle el bolso para tener para comer”, según ha confesado el propio Kingsley.
La sombra del odio.
Pero ni Kingsley consiguió su propósito ni Mª Dolores perdió la vida,
y todo por uno de estos seres que tanto abundan hoy día, un joven de 22 años,
Perico, quien paseaba a su perro por aquellas calles “seguramente para que
cagara y dejar la mierda tirada, como si lo viera” según el juez del caso, que
al grito de “¡Cuidado que te va a matar el negro!” obligó a Mª Dolores a mirar
hacia atrás.
Pero Kingsley, cruzándose de brazos, dijo entonces “así no” y, molesto
por la actitud “racista y denigrante” de Perico, se negó a hacer nada. Fue
entonces cuando Mª Dolores, también ofendida por lo que consideraba un insulto
hacia el nigeriano, acudió a denunciar a Perico,
junto a Kingsley, por insultos racistas.
“Se pasa el día escuchando a los Beethoven esos”.
“A ver, que el pobre chico quería matarme, vale que eso está feo, pero
es que también tiene que comer de algo, que ha llegado de su país y tiene que
conseguirse las habichuelas. Además, tampoco sabemos si me iba a matar o sólo
paseaba su cuchillo”.
“Uno oye hablar de estas cosas, pero es que esto es la gota que colma
el vaso” desclaró Kingsley ante las autoridades, “que yo vaya a cometer un
delito no quiere decir que nadie tenga que llamarme de ninguna manera”.
Desde la acusación, se exige que Perico reciba su merecido por “hacer
ver a una persona el color de su piel cuando esa persona es diferente pero
igual ante la ley”.
“Si es que no sé qué hacer con Perico, si es que se pasa el día
estudiando para arquitecto, escuchando a los Beethoven, los Mozart y
esos otros de música rara que él escucha” nos explica la madre, afligida. “Yo
siempre traté de inculcarle a mi niño que los inmigrantes también son personas
como nosotros, pero de los que nunca hay que decir nada malo”.
Perico, quien no comprende a qué se debe todo esto, declaró en su
defensa que “yo sólo quise salvar a la señora, me pareció estúpido insultar a
nadie, dije negro porque… coño, porque es negro, no por otra cosa”.
“Pues yo no le pedí que me salvara”, fue la tajante respuesta de Mª
Dolores, quien se ofreció a que Kingsley le cortase el cuello, pero el
nigeriano negó, alegando que “en un país racista lleno de blanquitos de mierda,
yo prefiero no cortarle el cuello a nadie, que antes muerto a matar a nadie
para que luego me digan negro un montón de mierdas de pájaro”.
Perico se enfrenta a la posibilidad de pasar 12 años encerrado en la
cárcel por su conducta “antisocial y xenófoba”, y aunque el joven no comprende
la situación, ya le están llegando insultos y amenazas desde toda España a él y
su familia.
“Da gusto cuando el país se muestra solidario con la situación de un
pobre inmigrante nigeriano” declaró el juez al saber de las amenazas, “se las
merece”.
Seguiremos informando.
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