Hace mucho que se usa el humor
de mala manera.
“Lo pusieron fino a base de collejas”.
El ser humano, esa criatura tan maravillosa, capaz de crear auténticas
obras de ingeniería que pueden salir al espacio, pero también capaz de hacer
cosas como “Crepúsculo”. Exactamente, somos seres extraños capaces de lo mejor
y lo peor.
Nuestra especie lleva siglos, pero que muchos siglos, “tirando pa’lante”,
sobreviviendo del mejor modo posible. ¿Y el arte?, ¿y la música?
Nadie tiene muy claro en qué momento de la evolución humana empezó a
surgir todo eso, pero, al igual que la propia especie, empezó con intentos
vagos y bastante absurdos que solían tener en los que se atrevían a intentarlo,
efectos muy negativos.
No sólo el arte rupestre nos ha llegado desde nuestros antepasados,
porque esos hombres peludos exploraron otras vertientes de la inventiva humana.
“No era sano para ellos, por lo que hemos podido descubrir, ser un artista en
medio de una horda de hombres bestia, provocaba todo tipo de dolencias” nos
explica el Doctor Metacarpo, que estudia los restos fósiles que han aparecido
en la famosa Sima de los Huesos, en Atapuerca.
Ya se encontraron tiempo atrás los restos de lo que parecía una
rudimentaria guitarra de hueso, “nos costó entender que se trataba de un
instrumento, porque estaba alojada en la lomera de un individuo, al que habían
propinado una brutal paliza”.
En esta ocasión el Doctor Metacarpo y su equipo localizaron los
restos, muy bien conservados, de Ambrosio, como han bautizado al ejemplar de Homo
heidelbergensis que estudian en la actualizad. “Lo más llamativo de este
individuo, además de que es uno de los esqueletos más completos que se han
localizado, es el motivo de su muerte”, explica el Doctor Metacarpo mientras
exhibe, con orgullo, un hueso de los que han encontrado.
“Todo indica a que falleció debido a repetidos golpes en la zona de la
nuca”. Según todas las teorías, Ambrosio vivió hacia 400.000 años y murió
debido a lo que vulgarmente se conoce como “una paliza, sí señores, lo pusieron
fino a base de collejas, tal y como demuestra la postura de sus cervicales y el
daño en la base del cráneo”.
“El chiste nació en una sociedad ruda de gustos rudos”.
Y el motivo, siempre según las teorías, fue ese hueso que se encontró
con él, un hueso tallado con escenas, un mensaje desde el otro lado de los
tiempos.
“Los análisis del hueso y de las escenas que hay en él, indican que es
un chiste, el primer chiste del que se tiene constancia y, sobre todo, el
primer chiste malo”.
Después de los esfuerzos concentrados en este antiguo chiste malo, el
equipo que ha estudiado las escenas grabadas en el hueso ha llegado a la
conclusión de que pueden reconstruir el chiste, tal vez el primer chiste de la
humanidad.
“Para que la gente entienda el sentido de esta broma, tiene que
comprender primero que este chiste nació en una sociedad de gente ruda de
gustos rudos” nos indican el Doctor Metacarpo, antes de explicarnos el chiste.
“Está pensado para que la primera parte la diga un individuo, que
obtenga una respuesta por parte de un segundo individuo y finalmente viene la
broma:
-¿Sabes que hace Ambrosio con este trozo de granito?
-No, ¿qué hace Ambrosio con este trozo de granito?
-No, ¿qué hace Ambrosio con este trozo de granito?
-Aportar su granito (acto seguido el chistador aporrea al chistado con
el trozo de granito)”.
“Es, evidentemente, una broma burda y cruel, pero estamos ante los
primeros torpes pasos del humor y su aplicación práctica. Resulta extraño mirar
las cuencas vacías de Ambrosio y pensar que tampoco estamos tan lejos de él”.
La Sima de los Huesos ya nos ha dado montones de muestras de cómo eran
nuestros antepasados, y viendo esta broma, todos podemos sentirnos un poco más
cerca de Ambrosio, un Homo Heidelbergensis que vivió hace 400.000 años, que
creó el primer chiste malo de la historia.
Y pagó por ello con su vida.
Seguiremos informando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lector, puedes comentar, y no te preocupes si no tienes nada importante que decir, puedes insultar también o mandar amenazas... en Ex-Mundo, estamos acostumbrados.